assustadoramente actual:
“El Fondo Monetario se llama Internacional,
como el Banco se llama Mundial, pero estos hermanos gemelos viven, cobran y
deciden en Washington; y la numerosa tecnocracia jamás escupe el plato donde
come. Aunque Estados Unidos es, por lejos, el país con más deudas del mundo,
nadie le dicta desde afuera la orden de poner bandera de remate a la Casa
Blanca, y a ningún funcionario internacional se le pasaría por la cabeza
semejante insolencia. En cambio, los países del sur del mundo, que entregan
doscientos cincuenta mil dólares por minuto en servidumbre de deuda, son
países cautivos, y los acreedores les descuartizan la soberanía, como
descuartizaban a sus deudores plebeyos, en la plaza pública, los patricios
romanos de otros tiempos imperiales. Por mucho que esos países paguen, no hay
manera de calmar la sed de la gran vasija agujereada que es la deuda externa.
Cuanto más pagan, más deben; y cuanto más deben, más obligados están a obedecer
la orden de desmantelar el estado, hipotecar la independencia política y
enajenar la economía nacional. Vivió
pagando y murió debiendo, podrían decir las lápidas.
(…)
La razón del
mercado impone sus dogmas totalitarios, que Ignacio Ramonet llama globalitarios, en escala universal. La
razón se hace religión, y obliga a cumplir sus mandamientos: sentarse derechito
en la silla, no alzar la voz y hacer los deberes sin preguntar por qué. ¿Qué
hora es? La que usted mande, señor.”
in Patas arriba - Escuela del mundo al revés, Eduardo Galeano (1998)